Reflexión Mensual Junio

Significado de celo apostólico

El celo apostólico hace referencia al desvelo, cuidado, empeño en una misión concreta, teniendo consideración por la vida, las personas y amor ardiente por determinada causa.
Se trata de una experiencia real, interior, vivida y que hace al corazón arder y dirigirse a una causa.
Celo apostólico
El celo apostólico consiste en estar pendiente y atento ante las necesidades del otro, cuidando de que las personas no pierdan la atención para que crezcan y disfruten el bien la verdad, la paz. Es poner todo amor y todo esfuerzo, dones, capacidades por una causa.

En la dimensión apostólica, el celo significa ardor por el Evangelio, que lleva la persona a arriesgar su misma vida en favor del mensaje de Jesús.
Esta actitud supone conocimiento de la persona de Jesús y de su causa y por el cual siente pasión, ardor, por quién se siente seducido a punto de consagrarle a Él su misma vida.

Pablo de Anda Padilla

Amor al prójimo

Su celo apostólico

Fue precisamente en la práctica del amor, como servicio al prójimo, donde el Padre Anda manifestó su amor a Dios. (Cfr. 1Jn. 4,20-21).

            Trabajó con tanto empeño en favor del desvalido y necesitado, que hubo quien no dudó en asegurar que tenía pasión por ello, no pudiendo ver miseria alguna sin que su corazón se inclinase luego a remediarla o aliviarla.

            Todo su comportamiento hacia el prójimo, llevó siempre el sello de la caridad de Jesús y reflejó el esplendor de su bondad. Vio en cada hombre al Hijo de Dios y por lo mismo un hermano, del cual se interesó y a quien se acercó con serenidad, delicadeza y afabilidad.

            Muy bien pueden aplicarse al Siervo de Dios las palabras de San Pablo a los Romanos: Nos predestinó para hacernos conformes a la imagen de su muy amado Hijo ya que, habiendo muerto a su yo, Cristo vivía en él plenamente. Produjo en sí con rara perfección la bondad y ternura de Cristo, que todos, chicos y grandes, sentíase atraídos a él y no se separaban sino con pena, de su amable presencia.

            “Hijito” era la palabra habitual de sus labios, y la pronunciaba con tal cariño, que hacía pensar en la bondad divina.  Esta sola palabra bastaba a veces para poner en paz todo un mundo de penalidades.

            Todo el que sufría en el alma o en el cuerpo, estaba seguro de hallar compasión en su espíritu lleno de caridad.

            Nació y vivió en una Patria que trataba mal a los pobres, que era injusta con los trabajadores del campo y de la ciudad, que estaba desgarrada por las guerras. En medio de esa sociedad egoísta él se inclinaba y lo protege, se interesa por el obrero y mejora su suerte, se inclina hacia el lecho del enfermo y lo consuela, enjuga las lágrimas del huérfano y de la viuda.

            Su caridad para con los pobres era sobremanera ingeniosa, pues además de los huérfanos y niños expósitos, que tenían en el Asilo que él fundó, de los enfermos del Hospital y de incontable número de familias vergonzantes que sostenía, no podía ver a algún menesteroso sin socorrerlo. Algunas veces las personas que le hacían compañía le decían que no diera tal o cual objeto, como piezas de ropa, o algún otro que era de estimación y estaba destinado para su uso. No replicaba; pero llegada la vez, daba cita a los pobres en las afueras de la ventana de su aposento que daba a la calle, y por allí les entregaba piezas de su vestido, sobrecamas o lo que podía.

            Y si su caridad era tan industriosa, podrá decirse con verdad, que formaba su carácter particular; si su mano era pródiga en socorrer las miserias temporales, su tierno y compasivo corazón lo era muchísimo más, vertiendo cariñoso el consuelo a cuantas le trataban.

            La caridad que rebosaba de aquel sacerdote modelo, no podía menos que comunicarse a las almas que se le acercaron, no era posible que aquel espíritu ardiente no dejase a su paso por el mundo huellas de divino amor y benevolencia.

            Dicen las Hijas de María que fue foco de caridad y donde se encontraba, dejaba sembrada tan fecunda como benéfica semilla.

            Y así fue. ¡Con cuánta delicadeza fue formado en el amor a Dios y al prójimo, más que con la palabra, con su ejemplo, el espíritu de las Asociaciones de caridad que él fundó en San Luis Potosí y las que después dirigió en la diócesis de <León>! Cuidó en cuanto pudo, de que la caridad practicada con el prójimo se refiera a Dios para evitar que ésta sólo fuera el resultado de una simpatía o inclinación natural.  

            Por eso es que estas asociaciones, cuyos miembros fueron fraguados en el fuego de amor divino que ardía en el corazón del Padre And, su Director, recibieron el siguiente merecido elogio cuando fueron expulsadas las Hermanas de la Caridad. Se ha expulsado de México a las Hermanas de la Caridad (1875), pero no se expulsó la caridad de las heroicas hijas de San Vicente.

             Pero para proseguir sus obras caritativas en todas las situaciones adversas en que puede verse el hombre desde que nace hasta que muere, dejó a las Religiosas Hijas Mínimas de María Inmaculada como institución eclesial permanente, con la misión de amar a Dios, sirviendo a los pobres de la misma manera que lo hizo Cristo.

            Ellas son conscientes de la noble misión que les heredó su fundador. Te sentimos vivir en las obras que dejaste y en la regla que nos legaste. Fuiste tú el portador de Cristo, a quien irradiaste en tu vida entera. Fuiste la irradiación de su bondad, de su dulzura, de su caridad. Hablaste las palabras de Cristo, y fueron tus obras las obras de Cristo. Seguirte a Ti es seguir a Cristo y penetrarnos de tu espíritu, es penetrarnos del Espíritu de Jesucristo. Haz que seamos las portadoras de Cristo, que irradiemos por doquiera su caridad, dulzura y bondad, para que así unidas con El en la tierra, como lo estás tú en el cielo, seamos consumadas con El en la unidad. Una sola cosa con Cristo. Amén.

            Por haber sabido amar al pobre y al indigente como Cristo los amó en la tierra, con toda justicia se le ha dado al Siervo de Dios el nombre de PADRE DE LOS POBRES en el sentido más alto y humano de la palabra.

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